El peso —innecesario— de los últimos mensajes

El otro día me acordé mucho de ti, no te escribí en el momento, pero sí después.

¿Te extraño?

No

¿Quería verte?

No

Entonces, ¿con qué fin?

Me dije a mí que para darle un fin respetuoso… ¿será?

Ensayé un poco más, igual el mensaje se envió.

No espero respuesta.

No espero que sea leído.

Ya no espero.

Sin embargo, lo simbólico del soltar en físico, aún se queda conmigo.

Ya no espero.

Ya no necesito respuestas que viven en pasado.

Ya no espero.

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